DE ESCANDINAVIA A OCEANÍA - Revista Cahuide

sábado, 16 de marzo de 2019

DE ESCANDINAVIA A OCEANÍA


Por: Tupamaru Olaya

Hoy en día, el odio viaja a una velocidad abismal, tal cual los mensajes de WhatsApp. Sin embargo, preparar un ataque violento y de perfil genocida, que no es otra cosa más que la praxis que refleja dicho odio, tarda un poco más. Casi dos años demoró el australiano Brenton Tarrant (confesión propia) en planear un cruento y salvaje ataque contra feligreses musulmanes de Nueva Zelanda. Algo tan metódico y sanguinario como llamativo, si tenemos en cuenta que se trata de un  sujeto que no llega ni a las tres décadas; y que, no obstante, parece destilar un odio senil típico de una vida donde se acumularon las frustraciones.

Su excusa: defender una supuesta raza blanca (amenazada desde todos los ángulos, según su concepción) y vengar a una niña de 11 años que murió en el 2017 víctima de un ataque yihadista, y que él jamás conoció. Lejos de cualquier justificación frente al extremismo de algunos musulmanes, Ebba Aakerlund, sueca de nacimiento y blanca como la leche, fue solo una víctima colateral (el transporte en el que iba el terrorista a toda velocidad, la atropelló). Exacto, colateral, y no seleccionada de forma premeditada como sí sucedió con las 49 víctimas en las mezquitas de Christchurh, una localidad de la isla meridional neozelandesa.

Encarcelado los años siguientes hasta que le den condena (la cual será sin duda alguna, muy prolongada) el daño ya está hecho y no se puede rebobinar. Lo inquietante aquí es el evidente y desafiante mensaje de odio lanzado contra el mundo musulmán; así como la rápida respuesta de los yihadistas y otros radicales islámicos (por ahora, escrita). Es bien sabido que los extremistas abundan y que la guerra islam vs occidente está en plena boga, por más que las apariencias digan lo contrario. Así que, sin pelos en la lengua, parece que solo resta esperar el contragolpe. ¿Será así hasta el infinito?

Por ahora solo tenemos la incertidumbre: no sabemos dónde, cuándo o cómo será el próximo golpe. Un golpe lleno de odio que remeció hace algunos días a Nueva Zelanda y conmocionó al mundo entero por su frivolidad (fue transmitido en vivo por Facebook) y el cinismo con el que se efectuó (Tarrant no ocultó su rostro y explicó sus razones parte en cámara, parte en papel). Finalmente, se debe recalcar la vulnerabilidad que, inclusive países del primer mundo, sufren a la hora de intentar prevenir los ataques terroristas. Por primera vez, espero equivocarme en mis predicciones.

Ciudad de México, 16 de marzo del 2019


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